Las galletas de mantequilla, sobre todo con una buena vainilla en pasta, son una gozada.
Me encanta tomarlas junto con un cafecito caliente-caliente.
Son resultonas, ya que las utilizamos para decorarlas con glasa, y como no, con chocolate.
A mi lo de la decoración con fondant, no me va. Ya que el fondant me resulta muy artificial. Pero bueno, es cuestión de gustos.
Pero estas galletas, también tienen sus truquitos. Y si los desconoces, te saldrán galletas deformadas, con chichón, con grietas... En fin, un poquito de todo.
Así es que, aquí tenéis esos truquitos que os ayudaran a conseguir unas galletas de mantequilla lo más perfectas posible.
Pero no os paséis, ya que muchas veces la perfección está en lo natural. La verdad es que a mi no me gusta que sean demasiado perfectas, ya que eso.
Para que parezca que están sacadas de un molde, me voy directa al supermercado. Ya sabéis, todas las galletas iguales: Iguales como esas fresas tan perfectas que se ven últimamente, que por cierto, no saben a nada.
